Los dirigidos de Miguel Angel Russo alzaron el Trofeo de la SuperLiga Argentina; un torneo que seguramente quedará en la historia como único e irrepetible.

En el ambiente y entre los fanáticos el resultado tuvo gusto a poco; dado que la gente y los analistas esperaban que se diera el tan ansiado choque comunero entre los dos más grandes de las Comunas Porteñas. Pero, esto finalmente no llegó… aunque estuvo cerca.

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Sin la movilidad de otros tiempos, el Diez tiró el paso de Jagger.

Boca hizo todo bien. Primero entregó laureles a su ídolo máximo Diego Armando. Mantuvo la rivalidad con el otro diez histórico (Román), quien observó las acciones mate en mano desde su palco en las alturas, como un drone.

Luego, en el verde césped Tevéz y su valet aguantaron el cero a cero hasta ver cuáles eran las verdaderas intenciones de su archi-rival.

Mientras tanto en Tucumán todo marchaba a pedir del organizador. El Decano del Norte arrancó ganando –como lo auguraban todos los pronósticos- y allí se encendió la luz de la esperanza.

En la Bombonera, la parcialidad Xeneize gritó fuerte el uno a cero que se repetía en el otro canal y el murmullo a pedir del empate comenzaba a filtrarse por entre el sonido ambiente.

Sin embargo, los dirigidos por Marcelo Gallardo dieron el batacazo a los pocos minutos y clavaron el 1 a 1 que los hacía campeones. Quizás, este fue el evento que motivó al Diez a retirarse de la Bombonera –en el entretiempo- tirando la gallinita clásica de Jagger.

Cuando La Banda perdía y Boca empataba, un lapso de tiempo que no llegó a perdurar por mucho más de 15 minutos pareció que los planetas se alineaban. El anodino presente social y el irregular momento del Fútbol local se transformó al clima de stress productivo que generan este tipo de choques. Empezó a fluir la adrenalina entre los hinchas y también entre los relatores. La piel se erizó, el tiempo se detuvo… los cajones de cerveza parecían escasos como para superar semejante expectativa.

Lamentablemente, fue River quien rompió el hechizo y como es sabido, el que rompe el hechizo termina siempre mal afectado.

En estos términos, los de Núñez no sólo perdieron el título sino que dejaron la sensación -a partir del empate- que ellos no querían la Super Definición, pues para eso había que dejarse perder o mejor dicho, hacer nada para empatar.

Por el caso del nuevo Campeón se dio todo lo contrario. Hasta el empate millonario, el equipo de Russo parecía dormido. Daba la sensación de que se conformaba con el cero. Tal vez por el amor a Diego, si bien la hinchada no llegó a cantar “hay que empatar”, como ha sucedido en otros tiempos, la impresión era que el Xeneize estaba cómodo dándole la iniciativa River. Como esperando a ver qué hacían ellos.

Asimismo, las noticias no tardaron en llegar del Norte. Sin su camiseta tradicional, la Banda fue a buscar la igualdad y la consiguió. Allí, Boca cambió la actitud y el resto ya es historia antigua.

Como es sabido, no habrá gran final entre primos, y la Copa quedó en la Rivera Sur.

En el aire cálido de los expires del verano se elevaron varias conclusiones a tener en cuenta. La primera y fundamental es casi obvia: no siempre gana el billete. Dado que esta vez, ambos clubes y el empresario organizador perdieron la chance de alzarse con un adicional aproximado de 20 millones verdes entre tickets, sponsors y regalías de televisación.

Esto puso blanco sobre negro las eternas sospechas de que todo está arreglado e hizo tambalear las bases de varias teorías: a) la teoría conspirativa (siempre los poderosos se ponen de acuerdo) esta vez no pasó. Y, también el refrán que dice: por la plata baila el mono. Aquí había mucho dinero en juego y sin embargo, nadie lo tomará.

En cierta medida quizás pueda hablarse de un Campeón triste, que hace diez fechas no era candidato, que ganó sin vencer a su rival de todos los tiempos (el partido entre Boca y River salió cero a cero). Y, sobre todo que no tuvo Super Final.

No obstante, en el análisis fino, el resultado fuera de todos los pronósticos fue como una brisa fresca de honestidad para una cuadratura (AFA) a la cual, como se ve ha ingresado a fondo el mundo de la Televisión, ya no como animador y periodista de los eventos, sino también prestidigitando protagonistas, tal como sucede en la política.

Pero, no todo está perdido para los agoreros del “billete” como Rey supremo, pues si bien River se quedó con las manos vacías, al menos el Millonario salvó las papas de la honestidad y el juego limpio.

Fecha de Publicación: 08/03/2020